Sevilla vive más días de incertidumbre e indignación. Incertidumbre, por lo estéril de la búsqueda del cadáver de la joven Marta del Castillo en aguas del Guadalquivir; de indignación, porque según pasan las horas y los sevillanos van tomando más conciencia de la tragedia, crece la tensión en la calle. Ayer, durante las cuatro horas que duraron la reconstrucción del crimen y el registro de la vivienda del presunto asesino, Miguel Carcaño, y de su hermano (a la derecha), cientos de sevillanos se apostaron a las puertas del inmueble, en la calle León XIII, para increparles. Incluso, y pese al cordón policial que se estableció, algún vecino intentó acercarse a Carcaño para agredirle (sobre estas líneas). La investigación prosigue y, durante el registro, la Policía sacó varias bolsas supuestamente con pruebas. A última hora, Samuel, el presunto cooperador en la desaparición del cadáver, se desdijo ante el juez, acusó a la Policía de amenazarle y golpearle, y aseguró tener una coartada para la noche del crimen.
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